Culiacán.- Al dictar la conferencia La escritura autística de Aurora Venturini y la obsesión por las discapacidades: una invisible del Boom Latinoamericano, la ensayista Eve Gil comentó que, aunque nadie menciona el autismo en la escritora argentina, hay grandes posibilidades de que lo padeciera, y ello indica que estamos muy mal a nivel latinoamericano respecto al conocimiento de ese espectro, que debería ser urgente.

La escritora sonorense, quien se encuentra en nuestra ciudad para dar un Taller de Ensayo Literario Creativo que concluye este viernes, en actividades financiadas con apoyos del Sistema de Apoyo a la Creación y Proyectos Culturales (SACPC), habló sobre la autora argentina en el Centro de Literatura del Centro Cultural Genaro Estrada del Instituto Sinaloense de Cultura.

La escritora, docente y traductora Aurora Venturini (Argentina, 1921-2015) es autora de las novelas “Las primas” (2007), “Nosotros, los Caserta” (1992), “El marido de mi madrastra” (2012), “Los rieles” (2013) y “Eva. Alfa y Omega” (2014), entre otros, y su literatura ha sido considerada “espesa, abrumadora y compulsiva” y “completamente marginal” de lo que es o debe ser la literatura, y su núcleo temático es la familia, que aparece casi siempre como “dislocada” y “monstruosa”.

Al respecto, Eve Gil comentó, tomando como base algunas de sus novelas y entrevistas, que “ella percibe todo de forma muy apresurada, parecería que no hay personas normales alrededor de ella.

De hecho el personaje que aparece en ‘Nosotros los Caserta’, de la que se enamora localmente, la razón de esto es que es un personaje totalmente plano y gris, casado y con hijos, que parece de lo más normal que ha encontrado y por eso se enamora de él; yo creo que ese es un chiste de ella, no creo que le haya pasado eso”.

Indicó su convicción de que “las personas que se asumen normales, es decir neurotípicas, no lo son para una persona autista; esta los percibe incluso de manera monstruosa y es así como Aurora describe a sus personajes; algunos son unos monstruos muy bondadosos, otros son unos monstruos por dentro y por fuera, pero salvo las cuestiones morales, creo que, para ella, incluso la familia, todos son monstruosos. Es una manera simpática y a la vez aterradora para quien no está dentro del espectro”.

Dicha novela, dijo, “gustó mucho a los lectores jóvenes, pero no así al público más maduro porque esa forma de ver el mundo es un poco insoportable, pero creo que cuando te adaptas a ella es realmente una gozada”.

Respecto a si es Venturini la monstruosa o lo es la sociedad, Eve Gil dijo que son los dos: “la sociedad que le toca es monstruosa ya que cuando no se tiene la sensibilidad que tiene el personaje, lo vemos como normalizado todo; ella no, ella ve monstruoso hasta a la familia, y tiene la necesidad de esconderse, incluso va a ver a una tía que ni conoce a ver si es algo más humana que los padres y ella los ve monstruosos”.

Por otro lado, la situación política de la época (la dictadura en Argentina), los secuestros, las matanzas están también allí; aunque no los nombra, la atmósfera está cargada de violencia, de miedo de salir a la calle, y en cierto modo, muchos de esos deseos, aparte de su incapacidad o el autismo, tienen que ver con la necesidad de esconderse de la violencia que hay en el exterior”.

Habló de la relación de Venturini con personajes de la época como Evita Perón, pero cuando habla o escribe de ella no la ve como la presidenta sino como a una amiga y nada más, y en la charla se habló profundo trauma que representó para la escritora ver el cadáver envuelto en la bandera argentina, lo que le hizo irse de su país “no por temor a la dictadura sino porque no podía vivir en un lugar donde había visto eso”.

Y aunque se le considera como una escritora muy excéntrica, negó que lo fuera, sino que más bien era auténtica, tal vez por su autismo, todo lo que hacía pareciera excéntrico pero era auténtica.

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