Mazatlán.- Desde Aguascalientes llegó Ars Sonui con un recital de obras para octeto de cuerdas y alientos, violín, viola, cello, contrabajo, clarinete, fagot y corno.

Casa Haas quedó impregnada de una esencia musical emotiva, en la cual el tiempo pasó melodiosamente hermoso.

Estremecedor inicio, el oído conecta a la piel, la audiencia cierra sus ojos, armoniza la música con movimientos de izquierda a derecha con sus manos o su cabeza, sus ojos se deslizan siguiendo el arco del violín, músicos vestidos de negro que emblanquecen al espíritu dando paz.

“ La obra es magnificente, son seis movimientos que en realidad no se da uno cuenta en que momento pasan, la obra es muy hermosa desde que empieza hasta que termina, llena de movimientos que se van entrelazando entre instrumentos del ensamble”, expresó Magdalena Hernández, violinista del Ensamble.

Sublimes notas flotan,  navegan y llegan a cada sentido, algunos asistentes abrazan a su acompañante, el maestro Gordon Campbell baja los párpados de sus ojos, se traslada a lugares quizás nunca revelados, quizás nunca conocidos, las notas bajas y altas de la música lo colocan en gozo y libertad.

 “Es una satisfacción personal, casi un grupo como de mis hijos. De alguna forma yo he tenido algo de su formación inicial, me da una satisfacción enorme y ver la reacción del público ante el esfuerzo que ellos hacen  es maravilloso”, cuenta el maestro Campbell el porqué de esas sensaciones.

La ejecución musical es precisa, es alegre, es motivante, el público se nota ansioso por aplaudir, la compostura se guarda, la sonrisa y el asombro no pueden ocultarse… ¡Se revelan!.

Víctor Mendoza, Fagotista del Ensamble nos dice al respecto:

“Siempre es muy buena esa emoción, siempre retroalimenta a los artistas, al ensamble. Como tal se siente toda la vibra del público, pero los conciertos presenciales son geniales en ese sentido porque todo se transmite, tanto del ensamble como del público hacia uno».

«Por protocolo este tipo de conciertos conducen a la seriedad, pero al final de cuentas todo se transmite, aunque no sea en aplausos efusivos como en otro tipo de conciertos, pero siempre esa energía se transmite, estoy satisfecho”.

Daniel Mancilla, contrabajista, ocupó el centro del escenario y percibió lo siguiente:

“Es mucha introspección, es una obra de una hora, entonces es importante equilibrar la emoción con el intelecto para que todo camine y esté ordenado porque si no se desborda y se pierde la noción de donde uno está, por eso hay que equilibrar”.

Al concluir el evento, los asistentes felicitaron al maestro Campbell mostrando admiración y complacencia por el programa:

Octeto en Fa mayor para cuerdas y alientos D. 803-op. post 166 de Franz Schubert

l.- Adagio-Allegro

ll.- Adagio

lll.-Allegro Vivace

lV.-Tema con Variaciones

V.-Menuetto ( Allegro )

Vl.-Andante molto-Allegro

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