Culiacán.- Conmovedora de principio a fin, con algo o mucho de humor para atemperar el maltrato que se daba antaño a personas minusválidas, con una duración de más de dos horas y media y receso, el estreno en Culiacán de la obra teatral El cojo de Innishmaan puede considerarse un éxito en todo sentido.

La producción, a cargo de la Sociedad Artística Sinaloense, bajo la dirección de Fernando Bonilla, y el montaje se presentó en el Teatro Pablo de Villavicencio del Instituto Sinaloense de Cultura, en la primera de tres funciones dentro de la Temporada 2023 de ambas instituciones y cosechó los intensos aplausos del público.

La historia se desarrolla en un pueblito isleño de Irlanda, entre un grupo de vecinos alborotados porque al pueblo vecino ha llegado una compañía cinematográfica desde Hollywood, a filmar una película, lo cual es digno de encomio, pues confirma a los lugareños que “Irlanda no puede ser un lugar tan malo si los gringos vienen a hacer sus películas a Irlanda».

El cojo de Inishmann es una de las mejores obras de Martin McDonagh, dramaturgo y cineasta irlandés, y está ubicada en los años 30, justo cuando Adolf Hitler asume el poder en Alemania y está a punto de sumir al mundo en un baño de sangre al provocar una sangrienta guerra mundial.

Participan en el elenco David Juan Olguín Almela (como “Billy Claven El cojo), Demetrio Bonilla (como “Bartley McCormick”), Meraqui Pradis (“Helen McCormick”), Tina French (“Mammy O’Dougal”), Gabriela Murray (“Kate Osbourne”), Aldo Escalante (“Babbybobby Bennett”, Juan Carlos Beyer (“Doctor McSherry”), Sofía Álvarez (“Eileen Osbourne”) y Sergio Zurita (“Johnny Pateenmike”).

De Billy El Cojo todo mundo hace mofa sin piedad, desde sus orígenes pues se dice que ni sus padres lo quisieron y lo abandonaron cuando nació, ni los grandes que se solazan en recordarle sus defectos físicos, hasta los niños que, sin dejar de recordárselo, lo ven como muy natural y hasta se solazan expresándole su conmiseración.

Un personaje muy entrañable es sin duda el chismoso del pueblo, Johnny Pateenmike, que se la pasa a la caza de noticias o chismes para llevar y traer, por un módico pago y sin importarle destrozar honras ajenas o husmear tras las puertas o ventanas. Se considera a sí mismo un adalid de la libertad de expresión.
Muy buena caracterización de los personajes; Billy el Cojo logra despertar simpatías y aunque, medido por los parámetros actuales, hay cosas que no se hacen con personas en sus condiciones físicas, lo cierto es que esos eran los modos de no hace muchos años, cuando los cojos eran irremediablemente cojos, los tullidos eran tullidos y los negros eran negros y no había eufemismos para ocultarlos moralmente.

Al enterarse de que en la isla vecina se está filmando una película, Billy el Cojo hará todo lo posible para que el lanchero Babby bobby Bennett lo traslade en su lancha, pues anhela más que nada salirse de la paralizante rutina sin opciones en la que vive, y logra ser llevado a Estados Unidos para que le hagan unas pruebas a ver si sirve para interpretar a un personaje en la meca del cine.

Entrañables las tías que adoptaron a Billy y lo han criado, algo grandote el niño Bartley McCormick (una especie de Chabelo), el tonto del pueblo, y muy brava su hermana Helen McCormick (una especie de Chilindrina)… Y algún exceso de “malas palabras” (muchas veces sin que vengan al caso), pero al final todo se conjuga para hacer pasar una noche agradable a los asistentes.

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