El escritor culiacanense Élmer Mendoza disertó la conferencia Un viaje personal por el Ulises de Joyce, en el marco del centenario del escritor dublinés.
La intervención de Mendoza fue a través de plataformas digitales, el martes, en el ciclo de charlas con escritores organizado por la Casa Estudio Cien Años de Soledad.
Mendoza, miembro de El Colegio de Sinaloa, habló desde su experiencia como lector en el año de 1979, cuando conoció esta obra y de la cual aún no concluye, se indicó en un comunicado.
“Uno es lo que escribe, sin duda. Mucho le debo a mis precursores, James Joyce y a su novela Ulises”, aseguró.
Entre sus comentarios dijo que Joyce previó que se hablaría de Ulises al menos unos 300 años.
“Levantó polvareda en un principio y su permanencia en miles de lectores no fue pasajera, sobre todo de anglo-hablantes. El Ulises rompió las barreras del olvido y esto es su legado”.
Añadió que Joyce enseñó a las generaciones posteriores de novelistas.
Mendoza detalló las aportaciones de Ulises, iniciando por los diálogos y presentando someramente a los personajes fundamentales,
Joyce crea un personaje vivaz y con sentido del humor: Stephan Dedalus, tranquilo; mientras Mulligan es un torbellino, un tipo movido, describió.
“Ellos conversan y los diálogos son perfectos y luminosos. Al parecer Joyce era conversador y sabía escuchar”.
Mendoza explicó que Joyce asistía al teatro y jugaba con la figura de Shakespeare, también conocía el teatro contemporáneo, especialmente el de Ibsen.
“Me quedó claro que los personajes de novela deben de hablar, las formas en que hablan los definen”, señaló el miembro de El Colegio de Sinaloa.
También indicó que el monólogo interior en Ulises fue un aspecto importante.
Desde el inicio, “Joyce desliza breves monólogos, pues alteran la línea narrativa que está desarrollando. En la actualidad el monólogo desconcierta a algunos lectores. Se convierte en un aspecto notable de la novela”, dijo Élmer Mendoza.
Para ello, Joyce, a través de los personajes como Stephen, opina sobre la historia, el arte, lo que habla de una madurez; por su parte, Leopold Bloom es un personaje maduro, mujeriego, comerciante y piensa sobre sus cuitas de carácter mercantil.
Con respecto al personaje de Molly —en el capítulo 18—, para Élmer Mendoza este en sí es una obra acabada.
“Joyce consigue apropiarse del personaje femenino. Él desde niño se dio cuenta que era un genio, pues aprendía rápido; para la construcción de su novela monstruo, recopiló todo lo que pudo de sus propias notas”.
Añadió que Joyce registraba lo que hacía en las reuniones sociales, debido a que siempre tomaba notas.
“Se tomó el tiempo necesario para escribir, no sentía la presión del tiempo. Se tomó seis años para escribir Ulises, a pesar de las penurias, pues se tenía una fe ciega de que escribía algo diferente”.
Élmer Mendoza remarcó el hecho de que Joyce fue profesor de inglés y no ocultó que sus amigos aparecerían en Ulises.
“Los peores personajes de sus novelas fueron los amigos que lo trataron mal”, destacó. “Las novelas pueden servir para cobrar algunas deudas con las personas, tomen venganza de los que les hayan hecho algo”, sugirió el escritor a manera de broma y estrategia narrativa.
Entre otros aspectos que Élmer Mendoza quiso destacar fue la ambición de Joyce de que Ulises fuera una novela total, sin desdeñar las tradiciones:
“Los deportes también tienen cabida como el cricket, el box, pues escuchaba cómo se narraban las peleas; de esto también aparece en Ulises”.
Incluyó chistes y logró que funcionaran en la novela con una maestría.
Añadió que la música siempre está presente, pues Joyce era tenor ligero; así como la política donde crítica a los irlandeses y los ingleses, sobre todo a estos últimos.
Para el escritor sinaloense, Dublín siempre está presente: calles, hoteles, bares, escuelas, periódicos, farmacias.
“La ciudad como personaje presenta la vida cotidiana en avalancha, 18 horas en la vida de una ciudad de Dublín y de sus habitantes, diurna y nocturna”, mencionó.
Mendoza explicó que otro reto vigente que dejó Joyce es el lenguaje donde él llegó a utilizar 33 mil diferentes palabras; lo mismo reunió onomatopeyas, palabras de otras lenguas, arcaísmos, neologismos, incorporó poesía, letras de canciones, artículos de periódicos y el lenguaje del erotismo.
Asimismo, agregó que Joyce utilizó las formas de la novela de caballería y de la novela romántica, la cual tiene una estética suave, amorosa, tranquila; mencionó que son recursos narrativos que no se deben desdeñar.
De la misma manera, el novelista sinaloense invitó a los lectores a leer el capítulo 17, escrito con preguntas y respuestas; para aquellos que se atoran en la escritura de su novela, señaló que se puede tomar cualquier pregunta o respuesta.
Por otra parte, destacó a Joyce como el padre de la novela posmoderna, dado que utilizó variaciones en el ritmo en frases breves, que se pueden leer sin alterarse.
Comentó que Joyce presumía el monólogo pronunciado por Molly Bloom, en el capítulo 18, el cual tenía frases de más 2 mil 500 palabras.
Mendoza indicó que, en Ulises, Joyce utiliza frases como citas citables, siendo algunas de ellas: “el amor es un amargo misterio / los caminos del señor no son nuestros caminos / un hombre de genio no comete errores, sus errores son voluntarios y son los pórticos del descubrimiento”.
El escritor invitó a los escritores jóvenes a arriesgarse, en no temer a los errores a la vista de otros y, para ello, citó a Goethe señalando que el que no comete errores, no avanza.
“Para mí, Ulises continúa siendo una fuente donde flota todo lo que necesito para escribir”.
Leer a Ulises es una lectura para siempre, como las buenas amistades o los amores insustituibles, finalizó el autor.