Orgullosa de sus raíces familiares, pero también de la tierra que la vio nacer, Elisa Pérez Meza llevó a cada rincón de su patria y más allá, el legado y la inspiración que la hizo continuar con lo que su padre Luis Pérez Meza había iniciado. La Trovadora ha partido a los 79 años de edad.
Elisa Pérez Vidrio, su nombre de pila, se fue a la paz eterna la noche del miércoles 25 de mayo, en su amado Mazatlán, Sinaloa.
A Elisa le sobrevive su esposo Hernando Hernández, con quien compartió 32 años de amor, sus hijos y nietos.
La historia de Elisa, es muy inspiradora, porque a pesar de haber sido la primogénita del primer cantante de banda y gran compositor, jamás perdió ese amor por la música, únicamente lo guardó por un tiempo mientras llegaba su momento.
Elisa fue una luchadora de esta cultura, y además nos regaló su talento, el mismo que decidió guardar cuando pensó que era el momento justo.
«Claudia, estoy feliz», me contó en su momento. «… «estaré con Cristina Pacheco, por fin se concretó la entrevista… y cierro mi ciclo en los escenarios, pero no lo diré…».
Elisa Pérez Meza está siendo velada en la casa funeraria Eternus, en el puerto de Mazatlán, y mañana muy temprano será cremada para cumplir así su último deseo junto a su esposo y sus hijos y nietos.
Mi amistad con Elisa data de varios años atrás, quizá desde el 2007, y desde ese momento el click fue inmediato, creamos una gran «hermandad», yo por compartir todo lo que tuviera que ver son ella y su padre, y ella gustosa de hacer esta dupla, uniéndome de esta manera a su misma lucha, que al final era la misma: preservar nuestro talento sinaloense.
Elisa realizó varias discos, entre ellos El compromiso, Románticos de Sinaloa, Recordando al Trovador, Perfecto insomnio, Poetas en Olas Altas, Asómate a mi alma, Excursiones.
Elisa Pérez Meza siempre fue la que quiso ser, y así precisamente titulé una larga entrevista que publiqué sobre ella en el diario Noroeste, donde trabajaba. Y aquí les recapitularé:
Elisa, La Trovadora incansable
Su niñez trascurrió como el ir y venir de las olas. La textura de la arena y el aroma de la brisa del mar las lleva impregnadas en el alma, y no tiene reparo en decirlo. Elisa Pérez Meza ama Sinaloa, ama sus raíces familiares y musicales.
Pese a lo que muchos pudieran pensar, la hija de Luis Pérez Meza, el primer artista que cantó con banda, tuvo una infancia accidentada. Vivió entre la opulencia y la extrema pobreza. Mientras, en el CDMX, con su padre, convivía con María Félix, Jorge Negrete, Pedro Infante y otras estrellas; en Mazatlán, debía conformarse con dormir en una cochera junto a su madre, Carmen.
En aquel momento, Elisa es una mujer plena, lo proyecta. Después de sacar adelante a cinco hijos, de culminar sus estudios siendo adulta, finalmente estaba dedicada para lo que Negrete dijo que había nacido, para cantar.
«Siento que llegando al escenario soy otra mujer, soy la que quise ser cuando estaba de niña», relata. «De niña sentaba a mis compañeritos para que me vieran cantar y bailar, si no se sentaban no cantaba y no bailaba».
Entre la opulencia y la pobreza
Bertha Elisa Pérez Vidrio es hija de Ignacio Pérez Meza, llamado artísticamente Luis en honor a su hermano menor que falleció, y Carmen Vidrio, quien fue desheredada al enamorarse de un joven guitarrero y minero. La historia de la llamada Trovadora inicia el 8 de abril de 1942.
Ese amor no prosperó. Él partió en busca de la fama a la Ciudad de México y aunque prometió regresar, no lo hizo; allá se casó y vivió en la opulencia. Ella salió adelante sola en medio de la pobreza, como empleada doméstica, a pesar de haber sido una niña de sociedad.
En un pleito de pareja, antes de irse, el intérprete de El barzón tomó a Elisa y la llevó a registrar, dejando como desconocida el nombre de la madre. Después se anexó un agregado en el que doña Carmen compareció como su progenitora.
«Nací en la Cruz de Elota, y a los 42 días de nacida mi mamá me llevó a Mazatlán. Viví una infancia feliz, me arrullaron las olas, me encantaba caminar por la playa, me gustaba entrar por los rincones de lo que hoy es el Centro Histórico», relata con nostalgia la artista. «Me gustaban los raspados, las paletas… era una niña feliz».
«En la adolescencia me fui a vivir a la Ciudad de México con mi padre, como cinco años… fueron años difíciles pero importantes, conocí otro mundo. Vivía en una casa enorme que parecía hacienda, en Chimalistac… ahí me di cuenta de su gran popularidad».
«Cuando regreso a Mazatlán me doy cuenta que hay una pobreza extrema… fue un shock que me sirvió para más delante luchar por lo que quería».
Aunque en el puerto su familia no tenía mucho qué comer o dónde dormir, comprendió que lo importante era estar con sus seres queridos, su madre y hermana Martha, hija de otra relación. Ya que en CDMX padeció otras situaciones: los celos de su madrastra, por el amor que le demostraba su papá.
«Fui una hija que quiso mucho, soy igualita a él… fue un padre generoso», comparte. «Cuando -él- llegaba a Mazatlán me compraba pájaros, no sé por qué le gustaban; me llevaba a comer, a los raspados; era una persona tan amorosa, siempre me estaba cantando, me gustaba oírlo».
Elisa se convirtió en su confidente, pues al no tenerla tan cerca, surgió en él la necesidad de contarle lo que ocurría en sus giras, y eso ella lo disfrutaba. Don Luis era el ídolo de la adolescente.
«Siento que me quería muchísimo, lo demostró esperándome en el lugar más pobre, llegaba en unos carrazos y se sentaba en la banqueta, cuando descubría -la gente- le llevaban silla, refresco, y lo invitaban a pasar; pero él decía que me estaba esperando».
Tiene una voz preciosa: Jorge Negrete
El canto de Elisa se escuchaba por doquier, lo traía en la sangre. Y durante un cumpleaños de Don Luis no fue la excepción, El Charro Cantor dio la señal al Mariachi Vargas de Tecalitlán para que la acompañara en el tema Por si no te vuelvo a ver. Sin embargo, la respuesta de su padre no fue la esperada para la pequeña de 10 años.
«Al oír Jorge Negrete mi voz le dijo a mi papá: ‘oye, Nacho, esta niña qué timbre de voz tiene, tiene una voz preciosa ponla a estudiar, esta niña, no sabes…’, mi papá dijo ‘sí, sí’, pero me retiraron inmediatamente», explica la también poetisa.
«Desde aquel entonces, Jorge Negrete ya me había programado para estar aquí cantando», agrega entre risas.
Sin embargo, la decisión de su padre fue tajante con el tiempo, ella no cantaría, la vida artística no era el camino que debía elegir, tenía dos opciones: casarse o estudiar. Así ocurrió, contrajo nupcias a temprana edad. La unión no prosperó.
Madre, padre y estudiante
Elisa siguió su camino con cinco hijos Rocío, Ana Luisa, Carlos Enrique, Varinia y Narda, apoyada por su madre. Mientras trabajaba por el día como auxiliar de enfermería en el Seguro Social, y luego como cajera en tiendas, por las noches cursaba la secundaria y preparatoria. Además, no perdía la oportunidad para vender infinidad de productos.
Al fallecer Don Luis, queda desprotegida, aún así evita tomar cualquier acción legal aunque El Trovador del Campo muere intestado. Los cuestionamientos de sus compañeros de trabajo no se hicieron esperar, porque siendo hija del primer artista que sacó la banda de Sinaloa y la llevó a la CDMX y Estados Unidos no debía vivir privada de cosas.
«Uno hace su vida, les empecé a decir, ‘me casé, tuve mi responsabilidad, me divorcié y tengo que sacar adelante a mis hijos’, ‘si no me dieron dinero cuanto estaba chica, menos ahora, que tengo tanta familia’; también me decían ‘porque no te dedicas a cantar, aviéntate'».
- ¿Sus hijos nunca sintieron inclinación musical?
- Varinia, quien está en Canadá, quería ser bailarina, pero se enamoró y se casó.
Debut musical
A los dos años de partir Don Luis, en 1983, Elisa empezó a cantar con un grupo que formó en el Taller de Música de la escuela de Ciencias Sociales de la UAS. Debía sacarse lo que llevaba. Y así lo hizo en los foros universitarios con cantos de protesta, hasta el 2001 que debutó profesionalmente.
Empiezo con un homenaje a mi papá, en la Sala Lumière, estaba temblando. A la hora de salir veo la imagen de mi papá casi como la pantalla del cine atrás de mí… no me podía salir la voz».
Elisa Pérez Meza
«En ese instante dije ‘padre, esto es lo que quiero hacer de mi vida, perdóname, ayúdame porque es para ti, finalmente esto es recordarte’; casi se me salieron las lágrimas… ahí me liberé… sentí que él estaba de acuerdo en que yo siguiera la carrera artística».
Para entonces, doña Carmen también había fallecido, pero Elisa no descarta que hubiera contado con su apoyo, desde la primera fila.
Después llegarían las primeras producciones, entre ellas un casete. A la fecha cuenta con seis: El compromiso, Románticos de Sinaloa, Recordando al Trovador, Perfecto insomnio, Poetas en Olas Altas y Asómate a mi alma.
– ¿De sus hermanos, sólo usted heredó el gusto por la música?
– Tengo un hermano que hizo unas cosas, trabajó en el grupo La Revolución de Emiliano Zapata, como baterista.
«Creo que sí mi papá me estuviese viendo sabría que busqué la manera de no estar en palenques, en bares», reitera. «Que más que nada canto en teatros, en galerías, en foros, en explanadas, en el área cultural».
- Las primeras veces, qué pasaba por su mente al estar cantando, y recordar que su padre no quería usted se dedicara a esto?
- Pesaba mucho, tenía que ver a donde me iba a meter, qué iba a ser, no sólo me encanta cantar y todo esto, pero no quería degradarme, si no hacer las cosas dignamente, que no me sintiera mal, me siento feliz porque va la gente -a mis espectáculos-, porque se sienten satisfechos y eso es importante».
- ¿Cuando decidió dar este paso, a quién fue la primera persona que se lo dijo?
- A mi pareja, a Hernando, cuando empecé en el taller de Ciencias Sociales, ahí nos conocemos.
- «Él estaba viendo lo que hacía… y entre los dos vimos la manera, él es un músico nato también, los dos empezamos a ver que era lo más conveniente, ahí es donde nace, parte de mi carrera artística. Él es mi coordinador, un apoyo fundamental en mi carrera».
- ¿Sus hijos qué piensan?
- Ellos también se sienten orgullosos de su mamá, me dicen: ‘mamá eres increíble, todo lo que has hecho, nos sentimos orgullosos’, les gusta y me siento feliz.
- ¿Qué la enorgullece más de su padre?
- Que haya cumplido lo que él quería desde niño, él dijo ‘no quiero ser minero, quiero salir de aquí’, luchó muchísimo. Yo soy una mujer luchadora de verdad.
- ¿Qué la enorgullece más de su mamá?
- El valor que tuvo por dejar todo para seguir, eso enorgullece mucho, pero también hay una admiración porque ella llegó hasta tercer año de primaria, imagínate, se queda sola con una niña, y la familia la hizo a un lado.
- «Mi mamá era niña rica de La Cruz, pero se fijó en mi papá, un guitarrero».
Los Públicos
La Trovadora se ha ganado el respeto de quien primero la siguió por su padre y hoy lo hace por su profesionalismo y estilo. Además de presentarse en escenarios mexicanos, Elisa ha llevado su orgullo sinaloense a Estados Unidos y Canadá.
«Canadá es un país multicultural, va muchísima gente de varios lugares de Latinoamérica, de Europa e incluso de África y de otros lugares, y les gusta mucho -mi trabajo-«, recuerda.
«Las tradiciones mexicanas siempre llaman mucho la atención, como yo siempre canto en un pabellón allá, tengo cuatro años que lo hago, la gente va y ve y le gusta».
El adiós a los escenarios
Los temores también están presentes para Elisa, como para cualquier persona, sin embargo el dejar la escena no es uno de ellos, pues no se piensa cruzar de brazos cuando esto suceda.
«Si Dios me permite llegar más grande y me retiro de la música, me voy a retirar a escribir, me encanta; quiero seguir produciendo, haciendo cosas», asegura.
«Todos le tememos a la muerte, quisiera hacer un poco más de lo que he hecho, y si me alcanza esa etapa, quisiera haber logrado mejores cosas, dejarles un legado a mi público, a mis hijos y a mi estado que tanto me interesa».
Años después, en 2017 Elisa se despidió de los escenarios en silencio, siendo su última actuación en el centenario del natalicio de su papá, el 26 de octubre en el Teatro Ángela Peralta.
Su esposo
Hernando no sólo es uno de los motores en la vida artística de Elisa, si no que es con quien por 32 años compartió sueños haciéndolos realidad muchos de ellos.
El también compositor y cantante llegó a la vida de La Trovadora, cuando ésta cursaba su licenciatura en la UAS, y a l igual que ella se ha convertido en una gran investigador de la obra y vida de Don Luis.
«A Hernando y a mí nos une la música y nos unió desde que nos conocimos, a parte de gustarnos», cuenta. «Lo que él me ha dado siempre lo voy a llevar aquí adentro».
Familia musical
Los Pérez Meza es una familia musical: Antonio, Luis y Moisés iniciaron como Los Hermanos Pérez, después cada uno siguió su rumbo. Antonio fundó el Trío Culiacán con Enrique Sánchez Alonso El Negrumo; al tiempo, en el CDMX creó el Trío Los Duendes al que perteneció Marco Antonio Muñiz. Moisés fundó el Trío Los Caporales con Tito Güízar.